El cáncer del cuello uterino es una alteración celular que
se origina en el epitelio del cérvix que se manifiesta inicialmente a través de
lesiones precursoras de lenta y progresiva evolución, las cuales progresan a un
cáncer in situ (confinado a la superficie epitelial) o un cáncer invasor en
donde las células con transformación maligna traspasan la membrana basal.
¿Qué tan frecuente es el Cáncer
Cérvicouterino en el mundo, América Latina y México?
El cáncer del cuello uterino es la séptima neoplasia más
frecuente en la población mundial y la cuarta más frecuente entre las mujeres
con un estimado de 528mil nuevos casos diagnosticados anualmente, 85% de los
cuales se registran en países en vías de desarrollo.
El cáncer cérvico uterino es la segunda neoplasia más común
en mujeres de América Latina, con 68,818 casos anuales.
En México el cáncer del cuello uterino es la segunda causa
de muerte por cáncer en la mujer. Anualmente se estima una ocurrencia de 13,960
casos en mujeres, con una incidencia de 23.3 casos por 100,000 mujeres. Las
entidades con mayor mortalidad por cáncer de cuello uterino son Morelos (18.6),
Chiapas (17.2) y Veracruz (16.4).
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Diferentes estudios identifican los siguientes factores:
- Bajo nivel sociocultural.
- Inicio de la actividad sexual a temprana edad.
- Múltiples compañeros sexuales.
- Infección por el virus del papiloma humano de alto riesgo.
- Tabaquismo.
- Infección por virus de inmunodeficiencia humana.
¿Qué lo ocasiona?
Diferentes evidencias señalan que esta neoplasia se debe
hasta en 98% de las ocasiones al virus del papiloma humano (HPV). De él se han
identificado más de 100 genotipos y cerca de 20 infectan el cérvix uterino.
Algunos se consideran como de alto riesgo: 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52,
56 y 58, y otros de bajo riesgo: 6, 11, 42, 43 y 44, debido a que se relacionan
sobre todo con lesiones benignas o condilomas. En mexicanas, los tipos más
frecuentes de alto riesgo son 16 y 18, ya que se presentan hasta en 80% de los
casos de cáncer cervicouterino.
Las lesiones pueden ser multifocales en el cérvix, o bien
ser multicéntricas, con lo que afectan diferentes áreas del tracto genital
inferior.
La evidencia indica que más de 40% de las lesiones
intraepiteliales de alto riesgo (LIEAG) y una menor proporción de las de bajo
riesgo (LIEBG) podrían progresar a cáncer invasor en caso de prescindir de
tratamiento. Sin embargo, la conducta para las LIEBG es mantenerlas en vigilancia
estrecha ya que la mayor parte regresa a la normalidad.
Anatomía patológica
El tipo histológico más común es el carcinoma epidermoide o
de células escamosas (91.5%), seguido del adenocarcinoma (3.7%) y del carcinoma
adenoescamoso (1.7%). Éste puede ser queratinizante o no queratinizante, de
células pequeñas o grandes, y mostrar asimismo diferentes grados de diferenciación,
mientras que el adenocarcinoma constituye el restante 15 a 20% y se suele
desarrollar en el canal endocervical.
¿Cuál es su fisiopatología?
Por consiguiente, se sospecha que la oncogénesis se debe a
efectos interactivos entre agresiones ambientales, inmunidad del hospedador y
variaciones genómicas en las células somáticas. El virus del papiloma humano tiene una función importante en
el desarrollo del cáncer cérvicouterino.
Hay más evidencia sugestiva de que las
oncoproteínas de HPV pueden ser un componente crucial de la proliferación
cancerosa continua. A diferencia de los serotipos de bajo riesgo,
los serotipos oncógenos de HPV pueden integrarse en el genoma humano.
Como resultado, con la infección, las proteínas de replicación
temprana del HPV oncógeno, E1 y E2, permitenal virus replicarse dentro de las
células del cuello uterino.Tales proteínas se
expresan en concentraciones altas en etapas tempranas de la infección. Pueden
inducir cambios citológicos que se detectan como lesiones intraepiteliales
escamosas de baja malignidad en las pruebas de Papanicolaou.
Después puede
haber amplificación de la replicación vírica y transformación subsiguiente de
las células normales a células tumorales. En particular, los productos génicos oncoproteínas
E6 y E7 están implicados en esta transformación. La proteína E7 se une con la proteína supresora tumoral
de retinoblastoma (Rb), mientras que E6 se une con la proteína supresora
tumoral p53. El efecto de E6 en la
degradación de p53 está bien estudiado y se vincula con la proliferación e
inmortalización de las células cervicales.
¿Cuál es el patrón de diseminación?
La enfermedad da inicio con una célula anormal y progresa hasta
convertirse en un cáncer invasor, proceso que dura desde 1 hasta 20 años. El tumor es agresivo de forma local, es decir, la neoplasia se
mantiene confinada a la pelvis durante un periodo extenso, con un patrón de
diseminación más bien ordenado y por lo regular predecible.
Este tumor muestra un largo proceso de transformación premaligna; luego infiltra el estroma y, en relación directa con la
profundidad de infiltración, alcanza estructuras adyacentes y desarrolla metástasis
ganglionares; por último, destruye los órganos pélvicos y genera metástasis a
distancia.
Por extensión directa se disemina fuera del cuello uterino a través de ligamentos de fijación como los parametrios a los ligamentos uterosacros y redondos y prolifera asimismo hacia el conducto endocervical y
endometrio o, de forma distal, hacia la vagina. En etapas más avanzadas
infiltra la vejiga y el recto.
La diseminación ganglionar
guarda relación directa con el grado de penetración estrómico. Ésta aparece en orden, primero a los ganglios
paracervicales, parametriales y, de modo secuencial, a los paraureterales,
obturatrices, hipogástricos, iliacos externos e iliacos comunes; cuando estos
últimos resultan afectados, es usual la extensión a ganglios inguinales,
presacros y paraaórticos; al final afecta los ganglios mediastínicos y
supraclaviculares. Las metástasis ganglionares “saltonas” son esporádicas.
La diseminación hematógena
es un evento propio de las etapas avanzadas. Los órganos más afectados son primero el pulmón, luego el hueso y
después el hígado
¿Cuáles son las manifestaciones clínicas?
Las manifestaciones
dependen de la extensión de la enfermedad. Las lesiones precursoras o carcinomas
in situ son asintomáticos, pero puede haber manifestaciones debido a
infecciones concomitantes.
- En el cáncer invasor, conforme progresa la etapa, aparecen signos y síntomas y la más usual es la hemorragia transvaginal, por lo general poscoital, intermenstrual o posmenopáusica; además, la necrosis tumoral suele producir flujo seroso o serosanguinolento maloliente.
- En etapas intermedias y avanzadas la mujer puede lucir adelgazada, con adenopatías inguinales o supraclaviculares, edema de miembros inferiores, secretar mal olor como producto de la necrosis tumoral y, por último, tener sinusorragia transvaginal.
- En los tumores más avanzados la infiltración de la vejiga o el recto puede conducir a la formación de fístulas, hematuria y hematoquecia, dolor pélvico, dolor en el territorio del nervio ciático, edema de la pierna y dolor lumbar a causa de la extensión a vísceras contiguas, compromiso del plexo sacro y obstrucción linfática, vascular o ureteral. Los síntomas generales, propios de la enfermedad avanzada, incluyen pérdida de peso, anemia y síndrome urémico.
¿Qué encontramos en la exploración física?
Se realiza una exploración
bimanual para evaluar la forma, dimensiones y movilidad del útero. El
útero puede estar crecido debido a infiltración endometrial o alguna
colección uterina (piómetra o hematómetra). Si el útero está fijo, con
seguridad se debe a infiltración tumoral hasta la pared pélvica. Es necesario
realizar una exploración rectovaginal cuidadosa para valorar la extensión del
cáncer hacia los parametrios, la vejiga, el recto, o todos ellos.
En la inspección con
espejo vaginal se puede encontrar un cuello uterino normal a la exploración
clínica, una pequeña úlcera indurada y hasta una lesión clásica exofítica o
endofítica (esta última a menudo da forma al cérvix “en barril”) que suele ser
sangrante.
También se efectúa un examen cuidadoso de vagina, vulva y piel de la región
perianal debido al riesgo latente de un segundo tumor primario en estas
zonas.
¿Cómo diagnosticarlo?
Toda paciente con sospecha
de cáncer cérvicouterino deberá ser corroborado
mediante colposcopia y toma de estudio histopatológico
el cual se realizará mediante: toma de biopsia
dirigida, curetaje endocervical y/o cono
diagnóstico.
El estudio de todas las
pacientes con cáncer cérvicouterino debe
incluir: biometría, química sanguínea, incluyendo
pruebas de función renal y hepática.
En las pacientes que se
tenga sospecha de estar involucrado vejiga o recto
deberá solicitarse cistoscopia y
rectosigmoidoscopia con toma de biopsia.
La tomografía axial
computarizada es recomendable como el estudio mínimo
para la estadificación y planificación del
tratamiento.
Estadificación
El sistema propuesto por la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO; 2009) es de carácter clínico, ya que la etapa se establece mediante los datos que resultan de la exploración física y los estudios paraclínicos.
¿Cuál es el tratamiento?
La cirugía es la primera
opción en pacientes jóvenes sin contraindicaciones
quirúrgicas. Con la realización de la
cirugía se obtiene muchos factores pronósticos que
incluye el tamaño del tumor primario, profundidad de
la invasión estromal, presencia o ausencia de márgenes del
tumor cerca de vagina o parametrios y estado
ganglionar Para los estadios
tempranos la cirugía conserva los ovarios evitando la
menopausia temprana, vagina más corta y fibrosa
preservando la función sexual, en comparación con la
radioterapia radical.
Las pacientes con estadio
IA1, el tratamiento estándar consiste en conización con
márgenes libres y/o histerectomía extrafacial.
En estadio IA2 el
tratamiento es histerectomía radical Piver III con
linfadenectomía pélvica y muestreo ganglionar para aórtico. En caso de que se quiera
preservar la fertilidad se realizará traquelectomía
radical con linfadenectomía pélvica y muestreo para
aórtico.
Las pacientes con
estadificación IB1 y IIA1 (tumores menores de 4 cm). El tratamiento se
realizará con histerectomía Piver III radical con linfadenectomía
pélvica y muestreo linfático para aórtico. Solo en lesiones estado
IB1 con tumor menor de 2 cm que se quiera preservar la
fertilidad se puede realizar traquelectomía radical con
linfadenectomía pélvica y muestreo para aórtico
En las pacientes con
estadio IVB el tratamiento para paliación de síntomas y
las opciones de tratamiento es con quimioterapia sistémica
basada en platino y/o radioterapia pélvica o a
sitios sintomáticos y cuidados paliativos.
Radioterapia y
quimioterapia
En el estadio IB2 las
opciones de tratamiento son: Radioterapia pélvica +
quimioterapia concomitante que contenga cisplatino* +
braquiterapia con dosis en el punto A de 85 Gy. Histerectomía radical con
linfadenectomía pélvica con muestreo par aórtico. Radioterapia pélvica +
quimioterapia concomitante quecontenga cisplatino +
histerectomía complementaria.
En las pacientes a partir
del estadio IB2, IIA2 (tumores mayores de 4 cm), IIIA,
IIIB y IVA el estándar de tratamiento es
radioterapia pélvica más quimioterapia concomitante a base de
platino y braquiterapia.
Seguimiento
Durante los dos primeros años aparecen de 80 a 90% de las recurrencias, por lo que en este periodo se realiza una cuidadosa exploración pélvica y se toman muestras para citología cervicovaginal. La revisión es trimestral en el primer año, cada 4 meses en el segundo año, cada 6 del tercero al quinto año y luego cada año a partir del sexto. Se solicita biometría hemática, química sanguínea y telerradiografía de tórax cada 6 meses en el primer año y
de forma anual en los años siguientes.
La urografía excretora o TC se practica 3 meses después de la histerectomía radical. El gammagrama renal y la TC de abdomen se efectúan sólo cuando existe posible recaída. La realización de una PET/CT se solicita cuando hay alta sospecha de recurrencia. La sospecha de recurrencia se documenta mediante biopsia en el consultorio o guiada por imagen bajo sedación.
Bibliografía
Hoffman, B., Schorge, J., Schaffer, J., Halvorson, L., Bradshaw, K., & Corton, M. (2013). WILLIAMS GINECOLOGIA (Spanish Edition) (2.a ed.). DF, México: McGraw-Hill EducationGómez, H. Á., & García, G. M. (2012). MANUAL DE ONCOLOGIA (Spanish Edition) (5.a ed.). D.F, México: McGraw-Hill Interamericana de España S.L.
Guía de practica clinica: Diagnóstico y Tratamiento del Cancer Cérvicouterino. México: Secretaria de Salud, 2010
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